miércoles, 9 de abril de 2008

Poema de un Lector

En las verdades ignoradas
Yace inerte el hombre
Sin rumbos ni amores.
Le han robado la esperanza
De la humanidad humana,
Humana de amores:
Amores de prójimo
Amores de libertad
Amores de igualdad
Reina la ironía
De cambiar nada
Nada de prójimo
Nada de libertad
nada de igualdad
en el suelo descansa
la humanidad inhumana
de no ayudar al prójimo
de quitar la libertad
de ignorar la igualdad.
En eL cielo retumban las voces ahogadas
de llanto y penas
que gritan¡BASTA!

Este poema fue dejado en un comentario del Blog y es publicado con autorización de su autor De la Crua. Gracias a él por animarse a abrir su corazón y sus letras para todos nosotros.

viernes, 14 de marzo de 2008

Dioses con pies de barro

Tenía la piel helada. Casi podía sentir como sus músculos temblaban con el contacto del viento agostino.
Esa mañana su tristeza era mayor. A sus pies yacían los restos de un homenaje. El olor de las flores era ácido y todas estaban teñidas de un triste ocre, el color del paso del tiempo. Hubiera querido gritar, soltar el nudo de palabras que le estrangulaba la garganta. Pero continuó en silencio con sus deberes.

Ese año había sido el mas doloroso de todos, penso. Pero no lo sería tanto como el por venir. Sencillamente porque el dolor era un sentimiento acumulativo. Porque no había encontrado el cause del sufrimiento y todo se estancaba en ese lago inquieto de la mente y del cuerpo. Los remolinos levantaban el sedimento putrefacto del fondo, pero no daban impulso. No había corriente. Solo un cansancio amargo, una furia sacrilega, un desagradecimiento pueril. Nada le enojaba mas que los homenajes. Esa vida que para otros representaba su figura no era su vida. Y la admiracion de ese pueblo le roían la paz escasa. Le asqueaba sus lágrimas, su cuidado, su respeto, ese halo de dignidad heróica que tejían alrededor de sus miembros inertes. Su presencia, habían dicho, era inspiradora, su pasado, el aliento de vida de muchos desahuciados. La valentía de sus andanzas, la brillantez de su pensamiento, la felicidad eterna en ese rostro plagado de esperanzas, tantas cosas que le adjudicaban y ella sin poder sentir la potestad sobre esas virtudes.
Pero si habia algo que le dañaba cinicamente era la compañia permanente del joven. Su voz, dispersa y calida, llamandola por un nombre que no le pertenecia, su cariño sincero, su ingenua contemplacion. No podia dejar de pensar que ese afecto era exánime, limpio de pasiones, manso, sereno, itinerante. Sus sueños borrascosos, la fiebre de su respiracion, el desconsuelo de su mirada, los exaltados reposos, el deambular insomne, todo lo que ella deseaba, volvia a negarsele.
Cuando lo vio, a la luz del nuevo día, le parecio más hermoso y ajeno que de costumbre. Observó su andanza incierta, el rumor de su pelo, el abrumador avance de su llegada. Sentado a su lado la saludo y espero su respuesta. Ella no hacía más que pensar en el deseo oscuro de un canje satánico. Cambiaría, se dijo, un poco de mi gloria pasada por la tibieza de su mano. Cambiaría un poco de mi valentía de museo por el coraje de la carne y el hueso. Cambiaría los honores de su mente fuerte por un espacio pequeño en su débil futuro.
De pronto cesó en su dialogo interno y decidió monologarle toda la rabia acumulada. No le preocupo perderlo, pues jamas le había pertenecido. Fue cuando comenzó ha abrirse el río púrpura entre las fibras, cuando el corazón ordenado empezó a bombear un magma intraterrestre, cuando el blanco ceremonioso de su superficie se tiñó de fuego. Esta vez temblaba, no secretamente sino para ella y para él. El rocío tardío se evaporaba con cada movimiento y por sus entrañas se iniciaba la dolorosa y definitiva danza de la vida. Abruptamente perdía la noción de su deshumanizada existencia y peleaba por alcanzarlo. Desgarrada de parte a parte sintió que explotaba y caía sobre todo lo que habia odiado. Las flores opacas, las placas brillantes, los aplausos solemnes, la canción inmortal. Pero tambien veía al joven y a su amable ternura morir aplastados bajo el peso babilónico de su cuerpo de mármol y de su pasión enferma.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Postales de guerra

La lente aleja todo. Y como en una película se proyecta la exquisita escena. No existen dramas contenidos aquí. Cada uno entiende, aunque tarde, su papel consagratorio. Entonces yo, nunca mas ladrón de sueños, congelo y perpetuo el triunfo y la derrota, poco distinguibles pero tan bien disfrazados. La victima y el verdugo se adueñan de un mismo cuerpo debatiéndose entre su sangre que va y la de otros tantos que vienen. Los sonidos acompañan el perfecto montaje y se meten en terrenos ajenos, y se adueñan de los demás sentidos, aumentando el aroma descompuesto del dolor, el silencio agudo del llanto, la imagen infecta de sinceridad obligada, vista y a la vez interpretada.
Avanzo entre ese mundo, que me mantiene rehén, con la inmunidad de la fascinación que me arrastra más rápido, pero inconscientemente hacia un final semejante al de mis musas.
Siento adormecidas la reacción y la piedad e ignoro detrás de mi secuenciada conciencia la mano que ruega.
Mi borrachera no me permite compartir el cuadro. Y sigo bajo la luz falsamente iluminadora de mi magia, atesorando cuerpos y resignando almas. Pensare en ellas, me prometo, para calmar esa fibra no tan reseca de la consideración.
Maquinalmente gatillo y condeno con mi ojo a la eternidad dolorosa del final mal acabado. La vida se sigue sucediendo hasta la muerte pero yo suelo detener la marcha para guardar su perfil más contradictorio en las dos dimensiones del papel, en la única dimensión de la codicia.Hay espíritus encerrados tras la lente. Y a través de ella respiro el dolor dulce, viciado y embriagador de la muerte. Pero no me importa demasiado su origen. Yo solo la busco y la atrapo ejecutando su labor con virtuosismo, sin haberla terminado aun. Algo me obliga a detenerme. Un dolor lacerante me desafía a bajar la cámara. La respiración se agita. Sin embargo yo me voy desvaneciendo, menos intenso, mas humano. Y cuando siento que mi personaje entra en escena, la más desgarradora de las interpretaciones se desarrolla. O lo entiendo así, no como espectador sino como protagonista. El sabor de la sangre, que se arremolina en mi boca me dificulta el habla pero a pesar de esto me aferró al grito como la salvación. Se acerca alguien y me observa derramando mi vida escarlata sobre la tierra madre de luto, a través de su ojo frió, calculador. Los estruendos de fondo son horribles y mis oídos ya no ignoran. Mis manos aferran las ropas, golpean, suplican. De pronto veo una luz blanca que quema. Y siento que después de ella el dolor continúa lejos de la paz etérea, pero parte de mi se perpetúa, se detiene. Presencia desde las dos dimensiones del papel y las tres de los sentimientos la agonía inconclusa del que posa para la muerte.

lunes, 25 de febrero de 2008

Disculpas por la impericia

Ya están habilitados los comentarios para TODOS los que visiten este blog. El impedimento se debía a mi débil cultura bloggeril. Siempre son bienvenidos.
Y gracias...También aprovecho este intermezzo no literario para invitarlos a escribir y publicar aquí. Les dejo mi mail, solo tienen que comunicarse para que los habilite a la publicación. Un trámite nomás: vanesa_escoda@hotmail.com

sábado, 23 de febrero de 2008

Cupido

... un día, cansado después de una larga jornada de trabajo, Cupido colgó su sombrero y su gastado gabán en la soledad de su milenario departamento. Y como allí ya no había hidromiel, tomo las ropas antes abandonadas y salió a buscar un bar donde le sirvieran algo como para festejar el efímero éxito entre la madre soltera y el abogado penalista y algo como para olvidar el fracaso no tan rotundo entre los aplicados estudiantes de teatro que a la hora del amor se olvidaron del argumento.
Después de un par de cuadras y con algunos fríos de más, entró a un lugar mas o menos agradable. Y fue allí mismo donde conoció a una desocupada que destilaba ternura por sus dedos callosos. Y fue con ella con quien compartió no un dorado whisky ni una ardiente ginebra, sino un humilde cafecito que les reconfortó el alma.
Cuando la noche moría y Cupido estaba a punto de dispararse patéticamente una flecha que guardaba en el bolsillo derecho del gabán y ofrecerle, a falta de una flor, la que restaba en el bolsillo izquierdo a su dulce desocupada, recupero la conciencia, pago los cafés y se despidió porque se le hacia tarde para ir a visitar al matrimonio de maestros que ya no estaban tan seguros de lo que podían aprender el uno del otro ( no sin lamentar el haber nacido dios griego y no amante latino).

viernes, 22 de febrero de 2008

Intento

Se levanto cansado, como se levantan de un tiempo a esta parte las personas de la ciudad.
Encendió la hornalla de la cocina y antes de calentar el agua de su café, puso las manos sobre el fuego. Sentía frío, frío en los huesos, frío en la carne, frío en la sangre y en la piel. Nada de un frío dulce, amable. Frío violento, intenso. Oscuro y metálico. Tal vez lo mas parecido al miedo, o al amor, pensó.
El sol todavía no salía, pero daba lo mismo. Hacia tanto que no miraba hacia arriba, cielo abierto. Ni siquiera recordaba el numero de estrellas que habían en él. Y menos un día como aquel, tan egoísta y celoso, que contraía sus horas, y apuraba el paso de todo y de todos.
El café, para no romper con la tradición, resultó un asco milenario, tan exclusivo y gentil que solo él lo tomaría, hasta el fondo de la taza de loza saltada.
La calle, aquella mañana, lo ignoró mas impecablemente que nunca. Ni el portero cometió la imprudencia de saludarlo.
Tal fue la esperanza de creer que la chica de bufanda azul le sonreiría al cruzar la calle, que olvido incluso que la estaba cruzando. Y nadie le hizo el favor de esquivarlo.
Su cuerpo cayo pesadamente sobre el asfalto, y un hilo de sangre se deslizo por su mejilla. No se dio el tiempo del ultimo suspiro, ni dejo que nadie le tomara la mano, quizás para evitar la humillación de no tener quien lo haga.
La chica de bufanda azul paso por ese mismo lugar justo cuando lo retiraban. Esa noche lloro porque el hombre de mirada cansada que cruzaba todas las mañanas no había acudido a la brevedad de su presencia, y se acostó sintiendo un frío violento en los huesos, en la carne, en la sangre y en la piel. Oscuro y metálico frío, mas bien parecido a la muerte, que al miedo o al amor.

Se va. Es tiempo




I

Un impás en la vida cotidiana
Dejo de lado mis planes por un instante
Para trasmutar el doliente sentido
Al papel indolente

II

Cómo describir algo tan real e imperfecto
Como el sentimiento que me convoca
Sino apelando a cada apuro de tu voz
A cada cuchillo de tu boca
A cada letra de tu nombre y por qué no
De tu indiferencia

III

Se va. Es tiempo de jugar con las letras.
Se va. No sale pero se va.
Se va sin saberlo.
Sin saber cuánto, espero que no sea
Por mucho más que una eternidad

Se va. Es tiempo de decirlo.
Su nombre es campana
No dulce, no tierna
Es campana clara y silencio después.
Es más silencio claro y vacio.

Se va. Es tiempo de contarle.
No es justo ser amado y no saberlo.

IV

Instantaneo. Agresivo. Inmediato.
Incómodo. Divertido. Insistente.
Así me llegaste una tarde.
O te llegué a mi tarde.
Y vos sin saberlo, no escapaste.

En la vida de quién sos prioritario.
En la de tus pares
En la de alguien de tu sangre
En la mía…
Pobreza de reconocimiento te ofrezco.

Acaso, cuando se va sea momento
De admitir lo imposible del plan
De acercarme sigilosa
Y que un sentimiento, no elijo cuál
lo asalte y él sin saberlo.

El punto final de la historia no está dado
Porque tu imagen tiene eco
Y fantasmas en cada rincón
Y remembranzas jóvenes
Y ensueños en cada sueño.

Te vas, te voy de mi tarde.
Y seguís sin saberlo.
Fuiste, desde verte nomás
Sos, por la fuerza de tu mismo ser
Quién sabe por cuánto serás
La sonrisa grabada en la retina
De mis ojos sedientos
La palabra justa, graciosa, hiriente
En mis oidos agotados de palabras.
La voz escasa pero necesaria
En mi lista de insatisfacciones.
El cuerpo descuidado de proyectos
Truncos por absurdos
Vagos por silenciados.

V

Jamás fue primicia
Este sentimiento.
Ni buscó protagonismos
Ni poesias de rimas
Pomposas y nobles.
Tuvo inicios delictuosos
A través de encontrarte
A propósito.
Y furtiva de responsabilidades
Me escapaba solo a mirarte
Fracción de segundo
Pasar por mi espacio.

Ni será primicia jamás
Solo los amores reales
Alcanzan primeras planas
Y este existirá incorruptible
Acaso en mis sentidos
Acaso en tus sospechas
Pero habrá nacido mujer
Condenado a sufrir, sangrar, morir
Mas no tan en silencio.
Porque habráse dicho
Aun frente a tu sostenida indiferencia.

VI

No es justo ser amado y no saberlo.
Por eso, no haya dudas.
Sos prioridad y cada día te elijo.
Aunque por cobarde y herida
Me ampare de la lluvia y el frío.

Es mi mayor valentía.
Quererte tranquila en mi pedazo de mundo.
Me faltarán aventuras
Como la de conocer tu infancia
Y tus rebeldías declaradas.
Aventuras como la de probar tu boca
O la de discutirte a los gritos
Que ningún argumento es suficiente
Para darle razón a mi
Agrisado cariño.

No puedo exigir explicaciones
Amor o rechazos.
Esos son lujos de los amantes declarados
Yo me invento tus desplantes
Y tus pasiones.
Y las reniego.
Yo escribo letras idiotas
Sin aparente dueño.

También es injusto amar
Tiritando de miedo.