lunes, 25 de febrero de 2008

Disculpas por la impericia

Ya están habilitados los comentarios para TODOS los que visiten este blog. El impedimento se debía a mi débil cultura bloggeril. Siempre son bienvenidos.
Y gracias...También aprovecho este intermezzo no literario para invitarlos a escribir y publicar aquí. Les dejo mi mail, solo tienen que comunicarse para que los habilite a la publicación. Un trámite nomás: vanesa_escoda@hotmail.com

sábado, 23 de febrero de 2008

Cupido

... un día, cansado después de una larga jornada de trabajo, Cupido colgó su sombrero y su gastado gabán en la soledad de su milenario departamento. Y como allí ya no había hidromiel, tomo las ropas antes abandonadas y salió a buscar un bar donde le sirvieran algo como para festejar el efímero éxito entre la madre soltera y el abogado penalista y algo como para olvidar el fracaso no tan rotundo entre los aplicados estudiantes de teatro que a la hora del amor se olvidaron del argumento.
Después de un par de cuadras y con algunos fríos de más, entró a un lugar mas o menos agradable. Y fue allí mismo donde conoció a una desocupada que destilaba ternura por sus dedos callosos. Y fue con ella con quien compartió no un dorado whisky ni una ardiente ginebra, sino un humilde cafecito que les reconfortó el alma.
Cuando la noche moría y Cupido estaba a punto de dispararse patéticamente una flecha que guardaba en el bolsillo derecho del gabán y ofrecerle, a falta de una flor, la que restaba en el bolsillo izquierdo a su dulce desocupada, recupero la conciencia, pago los cafés y se despidió porque se le hacia tarde para ir a visitar al matrimonio de maestros que ya no estaban tan seguros de lo que podían aprender el uno del otro ( no sin lamentar el haber nacido dios griego y no amante latino).

viernes, 22 de febrero de 2008

Intento

Se levanto cansado, como se levantan de un tiempo a esta parte las personas de la ciudad.
Encendió la hornalla de la cocina y antes de calentar el agua de su café, puso las manos sobre el fuego. Sentía frío, frío en los huesos, frío en la carne, frío en la sangre y en la piel. Nada de un frío dulce, amable. Frío violento, intenso. Oscuro y metálico. Tal vez lo mas parecido al miedo, o al amor, pensó.
El sol todavía no salía, pero daba lo mismo. Hacia tanto que no miraba hacia arriba, cielo abierto. Ni siquiera recordaba el numero de estrellas que habían en él. Y menos un día como aquel, tan egoísta y celoso, que contraía sus horas, y apuraba el paso de todo y de todos.
El café, para no romper con la tradición, resultó un asco milenario, tan exclusivo y gentil que solo él lo tomaría, hasta el fondo de la taza de loza saltada.
La calle, aquella mañana, lo ignoró mas impecablemente que nunca. Ni el portero cometió la imprudencia de saludarlo.
Tal fue la esperanza de creer que la chica de bufanda azul le sonreiría al cruzar la calle, que olvido incluso que la estaba cruzando. Y nadie le hizo el favor de esquivarlo.
Su cuerpo cayo pesadamente sobre el asfalto, y un hilo de sangre se deslizo por su mejilla. No se dio el tiempo del ultimo suspiro, ni dejo que nadie le tomara la mano, quizás para evitar la humillación de no tener quien lo haga.
La chica de bufanda azul paso por ese mismo lugar justo cuando lo retiraban. Esa noche lloro porque el hombre de mirada cansada que cruzaba todas las mañanas no había acudido a la brevedad de su presencia, y se acostó sintiendo un frío violento en los huesos, en la carne, en la sangre y en la piel. Oscuro y metálico frío, mas bien parecido a la muerte, que al miedo o al amor.

Se va. Es tiempo




I

Un impás en la vida cotidiana
Dejo de lado mis planes por un instante
Para trasmutar el doliente sentido
Al papel indolente

II

Cómo describir algo tan real e imperfecto
Como el sentimiento que me convoca
Sino apelando a cada apuro de tu voz
A cada cuchillo de tu boca
A cada letra de tu nombre y por qué no
De tu indiferencia

III

Se va. Es tiempo de jugar con las letras.
Se va. No sale pero se va.
Se va sin saberlo.
Sin saber cuánto, espero que no sea
Por mucho más que una eternidad

Se va. Es tiempo de decirlo.
Su nombre es campana
No dulce, no tierna
Es campana clara y silencio después.
Es más silencio claro y vacio.

Se va. Es tiempo de contarle.
No es justo ser amado y no saberlo.

IV

Instantaneo. Agresivo. Inmediato.
Incómodo. Divertido. Insistente.
Así me llegaste una tarde.
O te llegué a mi tarde.
Y vos sin saberlo, no escapaste.

En la vida de quién sos prioritario.
En la de tus pares
En la de alguien de tu sangre
En la mía…
Pobreza de reconocimiento te ofrezco.

Acaso, cuando se va sea momento
De admitir lo imposible del plan
De acercarme sigilosa
Y que un sentimiento, no elijo cuál
lo asalte y él sin saberlo.

El punto final de la historia no está dado
Porque tu imagen tiene eco
Y fantasmas en cada rincón
Y remembranzas jóvenes
Y ensueños en cada sueño.

Te vas, te voy de mi tarde.
Y seguís sin saberlo.
Fuiste, desde verte nomás
Sos, por la fuerza de tu mismo ser
Quién sabe por cuánto serás
La sonrisa grabada en la retina
De mis ojos sedientos
La palabra justa, graciosa, hiriente
En mis oidos agotados de palabras.
La voz escasa pero necesaria
En mi lista de insatisfacciones.
El cuerpo descuidado de proyectos
Truncos por absurdos
Vagos por silenciados.

V

Jamás fue primicia
Este sentimiento.
Ni buscó protagonismos
Ni poesias de rimas
Pomposas y nobles.
Tuvo inicios delictuosos
A través de encontrarte
A propósito.
Y furtiva de responsabilidades
Me escapaba solo a mirarte
Fracción de segundo
Pasar por mi espacio.

Ni será primicia jamás
Solo los amores reales
Alcanzan primeras planas
Y este existirá incorruptible
Acaso en mis sentidos
Acaso en tus sospechas
Pero habrá nacido mujer
Condenado a sufrir, sangrar, morir
Mas no tan en silencio.
Porque habráse dicho
Aun frente a tu sostenida indiferencia.

VI

No es justo ser amado y no saberlo.
Por eso, no haya dudas.
Sos prioridad y cada día te elijo.
Aunque por cobarde y herida
Me ampare de la lluvia y el frío.

Es mi mayor valentía.
Quererte tranquila en mi pedazo de mundo.
Me faltarán aventuras
Como la de conocer tu infancia
Y tus rebeldías declaradas.
Aventuras como la de probar tu boca
O la de discutirte a los gritos
Que ningún argumento es suficiente
Para darle razón a mi
Agrisado cariño.

No puedo exigir explicaciones
Amor o rechazos.
Esos son lujos de los amantes declarados
Yo me invento tus desplantes
Y tus pasiones.
Y las reniego.
Yo escribo letras idiotas
Sin aparente dueño.

También es injusto amar
Tiritando de miedo.